CREENCIAS
"Desde la familia se aprende a interpretar y a definir quiénes somos y cómo es el mundo que nos rodea"
Orientación
Nilza Manzano de González
Lic en Dificultades para el Aprendizaje
Magister en Docencia de la Educación Superior
Magister en Terapia de la Conducta
Lic en Dificultades para el Aprendizaje
Magister en Docencia de la Educación Superior
Magister en Terapia de la Conducta
¿Qué mensajes damos? ¿Qué mensajes recibimos?
Familia, Escuela de Humanidad
Especialistas del comportamiento humano afirman que durante los primeros cinco años se sientan las bases de la personalidad, de allí la importancia de la familia como principal agente educativo, responsable de la conformación del sistema de creencias o conjunto de conocimientos sobre si mismo, sobre los demás y sobre el entorno, recibidos en forma de mensajes positivos o limitantes especialmente durante la infancia, que determinan la conducta del adulto.
Desde la familia se aprende a interpretar y a definir quiénes somos y cómo es el mundo que nos rodea. De allí la necesidad de que los padres de familia conviertan la comunicación con sus hijos en una experiencia de crecimiento que proporcione no solo las bases para el desarrollo de la salud mental sino que prepare al individuo para la vida, para el ejercicio pleno de las fortalezas que como ser humano tiene, siendo fiel a esa humanidad.
Mensajes negativos, creencias limitantes
La familia puede ser portadora de mensajes positivos o negativos. Los mensajes negativos forman en el niño creencias limitantes, esquemas cerrados y absolutistas que potencian una visión poco sana en la percepción del individuo y de su mundo generando pensamientos erróneos que se expresan con enunciados como “nunca’, “siempre” “no soy capaz” “soy malo” relacionados con generalizaciones indebidas de eventos particulares, convicción de la propia incapacidad y prejuicios sobre sí mismo o sobre los demás.
Estas creencias limitantes, además de condicionar negativamente a los miembros de la familia para dar respuestas adaptativas ante eventos adversos propios del ciclo vital, estimulan la presencia del doble mensaje conocido como el doble vínculo que es un tipo de comunicación en el que hay mensajes engañosos. Por un lado se descalifica a la persona pero por el otro, se valora. Un ejemplo muy común en los mensajes de doble vínculo es cuando los padres exigimos de los hijos valores cómo la honestidad y la lealtad, pero por otra parte, modelamos conductas desleales con las personas que nos rodean; de allí la sabia conseja de “educar más con ejemplo que con la palabra”.
En ese sentido, el doble vínculo es una forma distorsionada de comunicación en el que la persona aprende a percibir la realidad a través de patrones duales e incongruentes que le puede llevar a estados de salud mental patológicos como la paranoia, por la incapacidad de interpretar el mensaje con claridad, suponiendo que detrás de cada afirmación hay un significado oculto.
Mensajes para crecer
La transmisión de mensajes positivos, de crecimiento tales como “si puedes”, “eres inteligente” “eres honesto” consolidan la autoestima del niño haciéndolo seguro y confiado en sí mismo. Quienes desarrollan seguridad en sí mismos se hacen resilientes ante las adversidades, capaces de reinventarse ante una dificultad por muy catastrófica que sea.
Las personas resilientes cuentan con un conjunto de habilidades para transformar momentos difíciles y obtener de ellos experiencias de crecimiento; capaces de transformar el dolor en aprendizaje, en vez de asumirlo como si fuera víctima inerme de los embates de la vida optando, ante el dolor, por “vender los pañuelos” en vez de abandonarse al llanto sin consuelo, con la certeza de que la vida tiene siempre sentido, en cualquier momento y circunstancia.
Y para desarrollar una actitud resiliente resulta indispensable un intercambio familiar fundamentado en mensajes positivos que transmitan al niño la confianza y valoración de los adultos, haciéndole sentir la seguridad de que puede hacerse cargo de su vida, en cualquier momento y circunstancia.
¿Qué tipo de mensajes estás dando a tus hijos?
Por supuesto que ninguna familia intencionalmente emite mensajes negativos, con el propósito de obstaculizar la realización plena de los hijos; se trata más bien de un problema de repetición de patrones que los padres asumen por desconocimiento y por su propia experiencia como hijos, como la historia del asado realizado por cuatro generaciones de mujeres de una familia en dos calderos como lo hacía la tatarabuela, asumiendo explicaciones sin lógica como que queda más negro, más gustoso o con mejor olor sin saber que ella lo hacía así porque tenía 12 hijos y no le cabía en uno solo.
Por esa razón, como padres y dirigentes de nuestra familia, que sea propicia la ocasión para la auto reflexión a fin de que identifiquemos que tipo de mensaje estamos dando a nuestros hijos y si esos mensajes son generadores de creencias capaces de movilizar comportamientos de éxito, con la convicción de que se puede ser mejor cada día.
La transmisión de mensajes positivos, de crecimiento tales como “si puedes”, “eres inteligente” “eres honesto” consolidan la autoestima del niño haciéndolo seguro y confiado en sí mismo. Quienes desarrollan seguridad en sí mismos se hacen resilientes ante las adversidades, capaces de reinventarse ante una dificultad por muy catastrófica que sea.
Las personas resilientes cuentan con un conjunto de habilidades para transformar momentos difíciles y obtener de ellos experiencias de crecimiento; capaces de transformar el dolor en aprendizaje, en vez de asumirlo como si fuera víctima inerme de los embates de la vida optando, ante el dolor, por “vender los pañuelos” en vez de abandonarse al llanto sin consuelo, con la certeza de que la vida tiene siempre sentido, en cualquier momento y circunstancia.
Y para desarrollar una actitud resiliente resulta indispensable un intercambio familiar fundamentado en mensajes positivos que transmitan al niño la confianza y valoración de los adultos, haciéndole sentir la seguridad de que puede hacerse cargo de su vida, en cualquier momento y circunstancia.
¿Qué tipo de mensajes estás dando a tus hijos?
Por supuesto que ninguna familia intencionalmente emite mensajes negativos, con el propósito de obstaculizar la realización plena de los hijos; se trata más bien de un problema de repetición de patrones que los padres asumen por desconocimiento y por su propia experiencia como hijos, como la historia del asado realizado por cuatro generaciones de mujeres de una familia en dos calderos como lo hacía la tatarabuela, asumiendo explicaciones sin lógica como que queda más negro, más gustoso o con mejor olor sin saber que ella lo hacía así porque tenía 12 hijos y no le cabía en uno solo.
Por esa razón, como padres y dirigentes de nuestra familia, que sea propicia la ocasión para la auto reflexión a fin de que identifiquemos que tipo de mensaje estamos dando a nuestros hijos y si esos mensajes son generadores de creencias capaces de movilizar comportamientos de éxito, con la convicción de que se puede ser mejor cada día.