ESTRATEGIA EMPRESARIAL
La estrategia tiene mayor potencial cuando el análisis prospectivo permite prever el posible curso de los acontecimientos
Estrategia
¿Qué es la estrategia empresarial?
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Estrategia es un concepto desarrollado originalmente en la ciencia militar, que implica en principio, el arte de combinar y dirigir ciertas operaciones cuando deben oponerse a actuaciones de los adversarios. Es conveniente distinguir táctica y estrategia: la estrategia formula los principios que orientan la acción para conseguir una ventaja sobre los oponentes y señala su direccióna largo plazo; la estrategia concibe, formula y desarrolla el plan general de operaciones. La táctica desarrolla en forma concreta cada principio, con objetivos inmediatos, precisando la manera de ejecutar cada operación en particular. Es decir, la estrategia exige un punto de vista más general y elevado que la táctica y en consecuencia, debe tomar en consideración: a) la existencia del enemigo y los propósitos de la política a la cual sirve; b) los recursos disponibles y la correlación de fuerzas respecto al adversario; c) las circunstancias en las cuales se desarrolla la estrategia, el nivel de incertidumbre y la vulnerabilidad (Cabanellas, 1979:T3,247; Corredor, 1983:63-65).
Drovetta y Guadagnini (1999:75), definen la estrategia como un sistema complejo y adaptativo que implica un conjunto de esfuerzos y el manejo de recursos para alcanzar objetivos generales.Pero esta definición resulta insuficiente, puesto que omite tres cuestiones esenciales en la concepción militar de estrategia, como son: la presencia del adversario contra el cual, en última instancia se formula; la consideración de una perspectiva de largo plazo y la incidencia de las circunstancias. Ahora bien, Marcuse (1997:151) logra mayor aproximación al concepto, al considerar que ...la estrategia puede comprender un conjunto de tácticas coordinadas e integradas para formar un todo coherente, que permite el logro de ciertas metas; no existe ninguna posibidad de improvisar en el establecimiento de una estrategia; es de tal alcance que puede perseguir más de una meta y alcanzar más que resultados inmediatos; son justamente sus implicaciones de pensamiento global y a mediano y largo plazo, las que hacen tan importante para la mayoría de los negocios y corporaciones el establecimiento de una estrategia adecuada
Sin embargo, Marcuse omite también la consideración de los oponentes, cuestión que resulta relevante por cuanto la estrategia empresarial se define en última instancia por razones competitivas, y la competencia no es otra cosa que la lucha por el éxito y la sobrevivencia empresarial, frente al resto de contendientes que pugnan por el acceso o el control del mercado. Por su parte, Fred (1997:11) define las estrategias de una forma válida pero muy genérica, como los medios por los cuales se lograrán los objetivos; además rescata la naturaleza de “diferentes estrategias empresariales, las cuales incluyen entre sus propósitos la expansión geográfica, diversificación, adquisición de competidores, obtención del control sobre proveedores o distribuidores, desarrollo de productos, penetración en el mercado, reducción, desposeimiento o liquidación, asociaciones, o una combinación de alguna de estas”. Sin embargo, en la denominación de las estrategias David mezcla objetivos con medios para lograrlos, con lo cual crea una confusión.
Ahora bien, Villalba (1996:59-61) asume el concepto de Mintzberg (1991) según el cual “estrategia es un patrón de conducta observable” lo cual conduciría a pensarla como algo rutinario y no necesariamente generador de cambios. Igualmente el autor inscribe la concepción de estrategia en “la potestad que la organización tiene para definir los límites de acción de su negocio, desarrollar ventajas competitivas y optimizar los procesos de producción (al interior de la empresa) y comercialización (requiere colaboración de los canales), así como determinar el uso adecuado de los recursos financieros y humanos con la finalidad de superar a los competidores por medio del fortalecimiento interno de la organización y reducir los efectos que pueden producir las estrategias de los contendores”. Con esta definición el autor deja de lado las estrategias de la empresa en relación con el gobierno, las estrategias contra otras empresas, aun cuando su obra se concentra en el desarrollo de estas últimas y las estrategias empresa - sindicato.
Villalba (1996:13) coincide con Drovetta y Guadagnini (1999:75) respecto a que la estrategia “puede ser adoptada por las organizaciones en respuesta a imperativos de su entorno, originadas por las acciones de competidores, o por modificaciones del medio ambiente económico en donde se desenvuelve”; pero los autores omiten la consideración del contexto político y social.
Por otra parte, su posición amerita algunas reflexiones, porque una estrategia tiene mayores posibilidades de éxito si toma la iniciativa; mientras que la actitud defensiva, puede llevar a la empresa a posiciones desventajosas. Precisamente Drovetta y Guadagnini (1999:75) prevén que la estrategia puede diseñarse mediante el análisis y la planificación formal, para elaborar un plan de acción, considerando esta posibilidad como un segundo enfoque en su diseño. Al respecto vale destacar que en ambos casos es necesaria la planificación; bien se trate de una respuesta a las presiones de la competencia, o surja gracias a la capacidad para prever el posible curso de los acontecimientos (análisis prospectivo) y anticipar el diseño, tomando la iniciativa, de manera que la estrategia propia no constituya una reacción a las utilizadas por los competidores, o una respuesta a las oportunidades o presiones del gobierno. En todo caso, como afirma Pelayo (2001:1), “la competitividad no es producto de una casualidad ni surge espontáneamente”. Por lo tanto, es fundamental para las empresas que aspiran trascender, asumir una estrategia pertinente en función de los posibles escenarios en los cuales deberán desenvolverse.
Toffler (1997:15,22-28,35,40) con base en su experiencia como asesor empresarial de la American Telephone & TelegraphCompany (BellCorp.) durante su transición hacia lo que el autor denomina la era superindustrial o la tercera ola (tecnológica), nos permite adentrar adentrarnos en dicho proceso y visualizar aspectos de las estrategias empresariales que difícilmente se perciben en otras obras. Al respecto, el autor precisa cómo a toda estrategia empresarial subyacen hipótesis que expresan los principios corporativos fundamentales, los cuales están vinculados a la relación con el entorno; por lo tanto, si el ambiente cambia, es necesario proponer e internalizar nuevos supuestos que fundamenten la estrategia. Esto implica que la necesidad del cambio debe ser percibida por los estrategas, cuya tarea consiste en localizar estructuras anticuadas y cambiarlas antes de que entorpezcan la operación. Las propuestas significativas sólo rompen la resistencia al cambio cuando se conjugan ciertas condiciones que impulsen la planificación de largo plazo: enormes presiones externas, ejecutivos y personal de base descontentos con el orden existente, y una estrategia alternativa coherente con la visión de cambio. Para efectuar la transición serán necesarios sistemas de planificación nuevos y mejores, basados en un profundo conocimiento de las fuerzas sociales que influyen sobre la empresa, y en una clara percepción de las diferencias básicas entre el modelo que está muriendo y el que emerge, por lo cual es preciso evaluar la misión fundamental como preludio de la reedificación.
Partiendo de la discusión anterior reconstruimos el siguiente concepto:
Las estrategias empresariales son los medios por los cuales se lograrán los objetivos de cambio a mediano y largo plazo para obtener ventajas comparativas u oponerse a actuaciones presentes o futuras de los competidores. Por consiguiente, a ellas subyacen principios, valores y fines que determinan la dirección de la empresa; además, la estrategia exige un conjunto de esfuerzos para coordinar e integrar en forma coherente, recursos y operaciones en función de alcanzar fines u objetivos generales. Dada su naturaleza, no es posible improvisar una estrategia, cuya complejidad demanda un riguroso trabajo de planificación y ejecución, así como ciertas condiciones: enormes presiones externas, descontento interno con el orden vigente, una estrategia alternativa coherente con la visión de cambio y evaluar la misión fundamental como inicio de la reconstrucción. La estrategia tiene mayor potencial cuando el análisis prospectivo permite prever el posible curso de los acontecimientos y anticipar su diseño en función de los escenarios futuros en los cuales podría conducirse la organización
Drovetta y Guadagnini (1999:75), definen la estrategia como un sistema complejo y adaptativo que implica un conjunto de esfuerzos y el manejo de recursos para alcanzar objetivos generales.Pero esta definición resulta insuficiente, puesto que omite tres cuestiones esenciales en la concepción militar de estrategia, como son: la presencia del adversario contra el cual, en última instancia se formula; la consideración de una perspectiva de largo plazo y la incidencia de las circunstancias. Ahora bien, Marcuse (1997:151) logra mayor aproximación al concepto, al considerar que ...la estrategia puede comprender un conjunto de tácticas coordinadas e integradas para formar un todo coherente, que permite el logro de ciertas metas; no existe ninguna posibidad de improvisar en el establecimiento de una estrategia; es de tal alcance que puede perseguir más de una meta y alcanzar más que resultados inmediatos; son justamente sus implicaciones de pensamiento global y a mediano y largo plazo, las que hacen tan importante para la mayoría de los negocios y corporaciones el establecimiento de una estrategia adecuada
Sin embargo, Marcuse omite también la consideración de los oponentes, cuestión que resulta relevante por cuanto la estrategia empresarial se define en última instancia por razones competitivas, y la competencia no es otra cosa que la lucha por el éxito y la sobrevivencia empresarial, frente al resto de contendientes que pugnan por el acceso o el control del mercado. Por su parte, Fred (1997:11) define las estrategias de una forma válida pero muy genérica, como los medios por los cuales se lograrán los objetivos; además rescata la naturaleza de “diferentes estrategias empresariales, las cuales incluyen entre sus propósitos la expansión geográfica, diversificación, adquisición de competidores, obtención del control sobre proveedores o distribuidores, desarrollo de productos, penetración en el mercado, reducción, desposeimiento o liquidación, asociaciones, o una combinación de alguna de estas”. Sin embargo, en la denominación de las estrategias David mezcla objetivos con medios para lograrlos, con lo cual crea una confusión.
Ahora bien, Villalba (1996:59-61) asume el concepto de Mintzberg (1991) según el cual “estrategia es un patrón de conducta observable” lo cual conduciría a pensarla como algo rutinario y no necesariamente generador de cambios. Igualmente el autor inscribe la concepción de estrategia en “la potestad que la organización tiene para definir los límites de acción de su negocio, desarrollar ventajas competitivas y optimizar los procesos de producción (al interior de la empresa) y comercialización (requiere colaboración de los canales), así como determinar el uso adecuado de los recursos financieros y humanos con la finalidad de superar a los competidores por medio del fortalecimiento interno de la organización y reducir los efectos que pueden producir las estrategias de los contendores”. Con esta definición el autor deja de lado las estrategias de la empresa en relación con el gobierno, las estrategias contra otras empresas, aun cuando su obra se concentra en el desarrollo de estas últimas y las estrategias empresa - sindicato.
Villalba (1996:13) coincide con Drovetta y Guadagnini (1999:75) respecto a que la estrategia “puede ser adoptada por las organizaciones en respuesta a imperativos de su entorno, originadas por las acciones de competidores, o por modificaciones del medio ambiente económico en donde se desenvuelve”; pero los autores omiten la consideración del contexto político y social.
Por otra parte, su posición amerita algunas reflexiones, porque una estrategia tiene mayores posibilidades de éxito si toma la iniciativa; mientras que la actitud defensiva, puede llevar a la empresa a posiciones desventajosas. Precisamente Drovetta y Guadagnini (1999:75) prevén que la estrategia puede diseñarse mediante el análisis y la planificación formal, para elaborar un plan de acción, considerando esta posibilidad como un segundo enfoque en su diseño. Al respecto vale destacar que en ambos casos es necesaria la planificación; bien se trate de una respuesta a las presiones de la competencia, o surja gracias a la capacidad para prever el posible curso de los acontecimientos (análisis prospectivo) y anticipar el diseño, tomando la iniciativa, de manera que la estrategia propia no constituya una reacción a las utilizadas por los competidores, o una respuesta a las oportunidades o presiones del gobierno. En todo caso, como afirma Pelayo (2001:1), “la competitividad no es producto de una casualidad ni surge espontáneamente”. Por lo tanto, es fundamental para las empresas que aspiran trascender, asumir una estrategia pertinente en función de los posibles escenarios en los cuales deberán desenvolverse.
Toffler (1997:15,22-28,35,40) con base en su experiencia como asesor empresarial de la American Telephone & TelegraphCompany (BellCorp.) durante su transición hacia lo que el autor denomina la era superindustrial o la tercera ola (tecnológica), nos permite adentrar adentrarnos en dicho proceso y visualizar aspectos de las estrategias empresariales que difícilmente se perciben en otras obras. Al respecto, el autor precisa cómo a toda estrategia empresarial subyacen hipótesis que expresan los principios corporativos fundamentales, los cuales están vinculados a la relación con el entorno; por lo tanto, si el ambiente cambia, es necesario proponer e internalizar nuevos supuestos que fundamenten la estrategia. Esto implica que la necesidad del cambio debe ser percibida por los estrategas, cuya tarea consiste en localizar estructuras anticuadas y cambiarlas antes de que entorpezcan la operación. Las propuestas significativas sólo rompen la resistencia al cambio cuando se conjugan ciertas condiciones que impulsen la planificación de largo plazo: enormes presiones externas, ejecutivos y personal de base descontentos con el orden existente, y una estrategia alternativa coherente con la visión de cambio. Para efectuar la transición serán necesarios sistemas de planificación nuevos y mejores, basados en un profundo conocimiento de las fuerzas sociales que influyen sobre la empresa, y en una clara percepción de las diferencias básicas entre el modelo que está muriendo y el que emerge, por lo cual es preciso evaluar la misión fundamental como preludio de la reedificación.
Partiendo de la discusión anterior reconstruimos el siguiente concepto:
Las estrategias empresariales son los medios por los cuales se lograrán los objetivos de cambio a mediano y largo plazo para obtener ventajas comparativas u oponerse a actuaciones presentes o futuras de los competidores. Por consiguiente, a ellas subyacen principios, valores y fines que determinan la dirección de la empresa; además, la estrategia exige un conjunto de esfuerzos para coordinar e integrar en forma coherente, recursos y operaciones en función de alcanzar fines u objetivos generales. Dada su naturaleza, no es posible improvisar una estrategia, cuya complejidad demanda un riguroso trabajo de planificación y ejecución, así como ciertas condiciones: enormes presiones externas, descontento interno con el orden vigente, una estrategia alternativa coherente con la visión de cambio y evaluar la misión fundamental como inicio de la reconstrucción. La estrategia tiene mayor potencial cuando el análisis prospectivo permite prever el posible curso de los acontecimientos y anticipar su diseño en función de los escenarios futuros en los cuales podría conducirse la organización
La declaración de Visión de una organización es una descripción idealizada, viva, de un resultado deseado que inspira, da energía y ayuda a crear una imagen mental de los objetivos, creando un puente entre el hoy y el mañana. De modo pues que merece su redacción una buena y oportuna inversión de tiempo.
La Visión forma parte de ese conglomerado sustancial de la planificación estratégica, de hecho, sin ella, los planes estratégicos no pueden ser delineados correctamente, ya que no existe un principio rector del plan. En corto se podría decir que, es simple y sustancialmente el fin ulterior de una organización a largo tiempo, es el destino al cual se quiere aproximar, es una proyección en el tiempo futuro en la cual se observa a donde se desea llegar.
La Visión forma parte de ese conglomerado sustancial de la planificación estratégica, de hecho, sin ella, los planes estratégicos no pueden ser delineados correctamente, ya que no existe un principio rector del plan. En corto se podría decir que, es simple y sustancialmente el fin ulterior de una organización a largo tiempo, es el destino al cual se quiere aproximar, es una proyección en el tiempo futuro en la cual se observa a donde se desea llegar.
Estrategia de administración
Cuando se lleva el término Estrategia al entorno de las ciencias administrativas, este adopta naturalmente una línea conectada con el propósito de las organizaciones. Por ejemplo, Quinn (1993:5) señala que una estrategia es el patrón o plan que integra metas y políticas de una organización, y, a la vez, establece la secuencia coherente de las acciones a realizar. En esta definición, el autor hace una sutil diferenciación entre la estrategia vista como un patrón, sustentada en un modelo, y la estrategia vista como un plan, entendida como un curso de acción conscientemente determinado, donde además pareciera hacer un adelanto de lo que seguidamente plantearía Mintzberg (1993:5) en relación con su aproximación conceptual de la estrategia en la cual contempla diversos modos de abordaje para el mismo término en su propuesta de las cinco P de la Estrategia.
Mintzberg (1993:6) sugiere reconocer implícitamente la variedad de definiciones de estrategia que puedan surgir para maniobrar con facilidad en el tramo que se pueda recorrer para su entendimiento, en este sentido presenta cinco enfoques que pudieran ajustarse al pensamiento estratégico característico de cada organización: La estrategia como plan, como pauta de acción, como patrón, como posición y como perspectiva. Ahora bien, Mintzberg (1993:6) pudiera estar abordando el tema desde la complejidad y muestra a su discreción cinco fórmulas para aproximarse al termino Estrategia, y aunque estas posiciones se muestran diferenciadas entre sí, en su eje principal denotan un punto de encuentro sólido y consistente; el propósito.
Entonces, si se asume una posición enmarcada en las propuestas de Mintzberg quedaría claro que en su postura no existe un término absoluto para la definición de estrategia y que además el termino en sí mismo conlleva elementos que al desglosarlos alcanzarían espacios en los ámbitos operacional y táctico. Sin embargo si contrastamos las aportes comunes y no comunes de las definiciones previas se pudiera arribar a un concepto general que sirva de soporte para la continuación del presente trabajo, en este se considera la estrategia como ese conjunto de decisiones y acciones relativas a la administración de los recursos y de la relaciones de la organización con su entorno, en el orden de direccionar los esfuerzos requeridos para alcanzar su propósito natural.
De modo pues, que en la actualidad la estrategia no solo se queda en el arte de dirigir, sino que así como Mintzberg plantea diferentes enfoques para describirla, también deben considerarse los aspectos culturales, sociales y políticos que pueden influir tanto interna como externamente en la consolidación de esa fórmula o camino que conlleve al propósito de la organización.
En este sentido, Quinn (1993:5) también asume distintos términos que conforman esa fórmula que conduce al propósito de la organización, por ejemplo menciona las metas, termino el cual está relacionado con el “que es lo que se va a lograr”, también hace referencia a las políticas como los códigos o guías que deben regir las acciones que se llevan a cabo y agrega además el termino programa para describir la secuencia de estas acciones. De esta manera vemos como ese camino que lleva a la organización a cumplir con su fin se puede ver compuesto por varios elementos, que al final pudieran estar considerados dentro de la estrategia.
En consecuencia, se pudiera afirmar que la estrategia en su cimiento de conducción hace propicia la concepción de términos que hacen referencia directa al propósito de las organizaciones, de allí que los términos misión y visión sean considerados en el medio empresarial como una parte fundamental del direccionamiento estratégico, al menos así lo considera Serna (2006:23) cuando plantea que el mismo se compone de los principios, la visión y la misión.
Serna (2006:76) plantea en analogía con las políticas de Quinn que existen unas ideas abstractas que guían el pensamiento y la acción, y se refiere a éstas como valores, principios o creencias, así mismo sugiere que son estos principios que se ven reflejados en la cultura los que soportan la misión, la visión y los objetivos de la organización, llegando afirmar que son estos valores o principios los que determinan la elección misma de la estrategia.
Una propuesta que da relevancia al establecimiento de valores y además establece una relación directa de estos con el éxito y la longevidad de las organizaciones es la de Collins y Porras (1996:65), Su planteamiento recurre al termino empresas visionarias las cuales se diferencian de otras porque fundamentan su existencia no solo en un propósito central, sino que además, éste propósito esta fundido con unos valores fundamentales, que a su vez dan base a una ideología central que define el carácter perdurable de una organización, y le genera una identidad sólida que se conserva en el tiempo a pesar de los ciclos de vida de los productos, de los mercados y de las tecnologías, además del paso de las modas e inclusive soportan cambios en el liderazgo estratégico. La fórmula que proponen Collins y Porras agrega a esta ideología central un vínculo capital con la proyección a futuro de la organización, y en conjunto, la ideología central con la proyección a futuro conforma la visión de la organización.Cuando se lleva el término Estrategia al entorno de las ciencias administrativas, este adopta naturalmente una línea conectada con el propósito de las organizaciones. Por ejemplo, Quinn (1993:5) señala que una estrategia es el patrón o plan que integra metas y políticas de una organización, y, a la vez, establece la secuencia coherente de las acciones a realizar. En esta definición, el autor hace una sutil diferenciación entre la estrategia vista como un patrón, sustentada en un modelo, y la estrategia vista como un plan, entendida como un curso de acción conscientemente determinado, donde además pareciera hacer un adelanto de lo que seguidamente plantearía Mintzberg (1993:5) en relación con su aproximación conceptual de la estrategia en la cual contempla diversos modos de abordaje para el mismo término en su propuesta de las cinco P de la Estrategia.
Mintzberg (1993:6) sugiere reconocer implícitamente la variedad de definiciones de estrategia que puedan surgir para maniobrar con facilidad en el tramo que se pueda recorrer para su entendimiento, en este sentido presenta cinco enfoques que pudieran ajustarse al pensamiento estratégico característico de cada organización: La estrategia como plan, como pauta de acción, como patrón, como posición y como perspectiva. Ahora bien, Mintzberg (1993:6) pudiera estar abordando el tema desde la complejidad y muestra a su discreción cinco fórmulas para aproximarse al termino Estrategia, y aunque estas posiciones se muestran diferenciadas entre sí, en su eje principal denotan un punto de encuentro sólido y consistente; el propósito.
Entonces, si se asume una posición enmarcada en las propuestas de Mintzberg quedaría claro que en su postura no existe un término absoluto para la definición de estrategia y que además el termino en sí mismo conlleva elementos que al desglosarlos alcanzarían espacios en los ámbitos operacional y táctico. Sin embargo si contrastamos las aportes comunes y no comunes de las definiciones previas se pudiera arribar a un concepto general que sirva de soporte para la continuación del presente trabajo, en este se considera la estrategia como ese conjunto de decisiones y acciones relativas a la administración de los recursos y de la relaciones de la organización con su entorno, en el orden de direccionar los esfuerzos requeridos para alcanzar su propósito natural.
De modo pues, que en la actualidad la estrategia no solo se queda en el arte de dirigir, sino que así como Mintzberg plantea diferentes enfoques para describirla, también deben considerarse los aspectos culturales, sociales y políticos que pueden influir tanto interna como externamente en la consolidación de esa fórmula o camino que conlleve al propósito de la organización.
En este sentido, Quinn (1993:5) también asume distintos términos que conforman esa fórmula que conduce al propósito de la organización, por ejemplo menciona las metas, termino el cual está relacionado con el “que es lo que se va a lograr”, también hace referencia a las políticas como los códigos o guías que deben regir las acciones que se llevan a cabo y agrega además el termino programa para describir la secuencia de estas acciones. De esta manera vemos como ese camino que lleva a la organización a cumplir con su fin se puede ver compuesto por varios elementos, que al final pudieran estar considerados dentro de la estrategia.
En consecuencia, se pudiera afirmar que la estrategia en su cimiento de conducción hace propicia la concepción de términos que hacen referencia directa al propósito de las organizaciones, de allí que los términos misión y visión sean considerados en el medio empresarial como una parte fundamental del direccionamiento estratégico, al menos así lo considera Serna (2006:23) cuando plantea que el mismo se compone de los principios, la visión y la misión.
Serna (2006:76) plantea en analogía con las políticas de Quinn que existen unas ideas abstractas que guían el pensamiento y la acción, y se refiere a éstas como valores, principios o creencias, así mismo sugiere que son estos principios que se ven reflejados en la cultura los que soportan la misión, la visión y los objetivos de la organización, llegando afirmar que son estos valores o principios los que determinan la elección misma de la estrategia.
Una propuesta que da relevancia al establecimiento de valores y además establece una relación directa de estos con el éxito y la longevidad de las organizaciones es la de Collins y Porras (1996:65), Su planteamiento recurre al termino empresas visionarias las cuales se diferencian de otras porque fundamentan su existencia no solo en un propósito central, sino que además, éste propósito esta fundido con unos valores fundamentales, que a su vez dan base a una ideología central que define el carácter perdurable de una organización, y le genera una identidad sólida que se conserva en el tiempo a pesar de los ciclos de vida de los productos, de los mercados y de las tecnologías, además del paso de las modas e inclusive soportan cambios en el liderazgo estratégico. La fórmula que proponen Collins y Porras agrega a esta ideología central un vínculo capital con la proyección a futuro de la organización, y en conjunto, la ideología central con la proyección a futuro conforma la visión de la organización.
Mintzberg (1993:6) sugiere reconocer implícitamente la variedad de definiciones de estrategia que puedan surgir para maniobrar con facilidad en el tramo que se pueda recorrer para su entendimiento, en este sentido presenta cinco enfoques que pudieran ajustarse al pensamiento estratégico característico de cada organización: La estrategia como plan, como pauta de acción, como patrón, como posición y como perspectiva. Ahora bien, Mintzberg (1993:6) pudiera estar abordando el tema desde la complejidad y muestra a su discreción cinco fórmulas para aproximarse al termino Estrategia, y aunque estas posiciones se muestran diferenciadas entre sí, en su eje principal denotan un punto de encuentro sólido y consistente; el propósito.
Entonces, si se asume una posición enmarcada en las propuestas de Mintzberg quedaría claro que en su postura no existe un término absoluto para la definición de estrategia y que además el termino en sí mismo conlleva elementos que al desglosarlos alcanzarían espacios en los ámbitos operacional y táctico. Sin embargo si contrastamos las aportes comunes y no comunes de las definiciones previas se pudiera arribar a un concepto general que sirva de soporte para la continuación del presente trabajo, en este se considera la estrategia como ese conjunto de decisiones y acciones relativas a la administración de los recursos y de la relaciones de la organización con su entorno, en el orden de direccionar los esfuerzos requeridos para alcanzar su propósito natural.
De modo pues, que en la actualidad la estrategia no solo se queda en el arte de dirigir, sino que así como Mintzberg plantea diferentes enfoques para describirla, también deben considerarse los aspectos culturales, sociales y políticos que pueden influir tanto interna como externamente en la consolidación de esa fórmula o camino que conlleve al propósito de la organización.
En este sentido, Quinn (1993:5) también asume distintos términos que conforman esa fórmula que conduce al propósito de la organización, por ejemplo menciona las metas, termino el cual está relacionado con el “que es lo que se va a lograr”, también hace referencia a las políticas como los códigos o guías que deben regir las acciones que se llevan a cabo y agrega además el termino programa para describir la secuencia de estas acciones. De esta manera vemos como ese camino que lleva a la organización a cumplir con su fin se puede ver compuesto por varios elementos, que al final pudieran estar considerados dentro de la estrategia.
En consecuencia, se pudiera afirmar que la estrategia en su cimiento de conducción hace propicia la concepción de términos que hacen referencia directa al propósito de las organizaciones, de allí que los términos misión y visión sean considerados en el medio empresarial como una parte fundamental del direccionamiento estratégico, al menos así lo considera Serna (2006:23) cuando plantea que el mismo se compone de los principios, la visión y la misión.
Serna (2006:76) plantea en analogía con las políticas de Quinn que existen unas ideas abstractas que guían el pensamiento y la acción, y se refiere a éstas como valores, principios o creencias, así mismo sugiere que son estos principios que se ven reflejados en la cultura los que soportan la misión, la visión y los objetivos de la organización, llegando afirmar que son estos valores o principios los que determinan la elección misma de la estrategia.
Una propuesta que da relevancia al establecimiento de valores y además establece una relación directa de estos con el éxito y la longevidad de las organizaciones es la de Collins y Porras (1996:65), Su planteamiento recurre al termino empresas visionarias las cuales se diferencian de otras porque fundamentan su existencia no solo en un propósito central, sino que además, éste propósito esta fundido con unos valores fundamentales, que a su vez dan base a una ideología central que define el carácter perdurable de una organización, y le genera una identidad sólida que se conserva en el tiempo a pesar de los ciclos de vida de los productos, de los mercados y de las tecnologías, además del paso de las modas e inclusive soportan cambios en el liderazgo estratégico. La fórmula que proponen Collins y Porras agrega a esta ideología central un vínculo capital con la proyección a futuro de la organización, y en conjunto, la ideología central con la proyección a futuro conforma la visión de la organización.Cuando se lleva el término Estrategia al entorno de las ciencias administrativas, este adopta naturalmente una línea conectada con el propósito de las organizaciones. Por ejemplo, Quinn (1993:5) señala que una estrategia es el patrón o plan que integra metas y políticas de una organización, y, a la vez, establece la secuencia coherente de las acciones a realizar. En esta definición, el autor hace una sutil diferenciación entre la estrategia vista como un patrón, sustentada en un modelo, y la estrategia vista como un plan, entendida como un curso de acción conscientemente determinado, donde además pareciera hacer un adelanto de lo que seguidamente plantearía Mintzberg (1993:5) en relación con su aproximación conceptual de la estrategia en la cual contempla diversos modos de abordaje para el mismo término en su propuesta de las cinco P de la Estrategia.
Mintzberg (1993:6) sugiere reconocer implícitamente la variedad de definiciones de estrategia que puedan surgir para maniobrar con facilidad en el tramo que se pueda recorrer para su entendimiento, en este sentido presenta cinco enfoques que pudieran ajustarse al pensamiento estratégico característico de cada organización: La estrategia como plan, como pauta de acción, como patrón, como posición y como perspectiva. Ahora bien, Mintzberg (1993:6) pudiera estar abordando el tema desde la complejidad y muestra a su discreción cinco fórmulas para aproximarse al termino Estrategia, y aunque estas posiciones se muestran diferenciadas entre sí, en su eje principal denotan un punto de encuentro sólido y consistente; el propósito.
Entonces, si se asume una posición enmarcada en las propuestas de Mintzberg quedaría claro que en su postura no existe un término absoluto para la definición de estrategia y que además el termino en sí mismo conlleva elementos que al desglosarlos alcanzarían espacios en los ámbitos operacional y táctico. Sin embargo si contrastamos las aportes comunes y no comunes de las definiciones previas se pudiera arribar a un concepto general que sirva de soporte para la continuación del presente trabajo, en este se considera la estrategia como ese conjunto de decisiones y acciones relativas a la administración de los recursos y de la relaciones de la organización con su entorno, en el orden de direccionar los esfuerzos requeridos para alcanzar su propósito natural.
De modo pues, que en la actualidad la estrategia no solo se queda en el arte de dirigir, sino que así como Mintzberg plantea diferentes enfoques para describirla, también deben considerarse los aspectos culturales, sociales y políticos que pueden influir tanto interna como externamente en la consolidación de esa fórmula o camino que conlleve al propósito de la organización.
En este sentido, Quinn (1993:5) también asume distintos términos que conforman esa fórmula que conduce al propósito de la organización, por ejemplo menciona las metas, termino el cual está relacionado con el “que es lo que se va a lograr”, también hace referencia a las políticas como los códigos o guías que deben regir las acciones que se llevan a cabo y agrega además el termino programa para describir la secuencia de estas acciones. De esta manera vemos como ese camino que lleva a la organización a cumplir con su fin se puede ver compuesto por varios elementos, que al final pudieran estar considerados dentro de la estrategia.
En consecuencia, se pudiera afirmar que la estrategia en su cimiento de conducción hace propicia la concepción de términos que hacen referencia directa al propósito de las organizaciones, de allí que los términos misión y visión sean considerados en el medio empresarial como una parte fundamental del direccionamiento estratégico, al menos así lo considera Serna (2006:23) cuando plantea que el mismo se compone de los principios, la visión y la misión.
Serna (2006:76) plantea en analogía con las políticas de Quinn que existen unas ideas abstractas que guían el pensamiento y la acción, y se refiere a éstas como valores, principios o creencias, así mismo sugiere que son estos principios que se ven reflejados en la cultura los que soportan la misión, la visión y los objetivos de la organización, llegando afirmar que son estos valores o principios los que determinan la elección misma de la estrategia.
Una propuesta que da relevancia al establecimiento de valores y además establece una relación directa de estos con el éxito y la longevidad de las organizaciones es la de Collins y Porras (1996:65), Su planteamiento recurre al termino empresas visionarias las cuales se diferencian de otras porque fundamentan su existencia no solo en un propósito central, sino que además, éste propósito esta fundido con unos valores fundamentales, que a su vez dan base a una ideología central que define el carácter perdurable de una organización, y le genera una identidad sólida que se conserva en el tiempo a pesar de los ciclos de vida de los productos, de los mercados y de las tecnologías, además del paso de las modas e inclusive soportan cambios en el liderazgo estratégico. La fórmula que proponen Collins y Porras agrega a esta ideología central un vínculo capital con la proyección a futuro de la organización, y en conjunto, la ideología central con la proyección a futuro conforma la visión de la organización.