LIDERAZGO INDÍGENA
Herencia del Liderazgo precolombino
Liderazgo
Por: Pavel Prada
Por: Pavel Prada
Las culturas precolombinas son a menudo relacionadas con esa percepción de un liderazgo religioso y guerrero, por ejemplo las tribus Caribes, tenían una estratificación social de origen mítico, donde el cacique quien era el líder guerrero también ostentaba poderes religiosos. Sin embargo más allá de una percepción se debe entender el entorno social y cultural que propicia el liderazgo en estos pueblos. Este articulo se contextualiza en el estudio de algunos casos dentro de una región culturalmente rica, diversa en experiencias y aportes de sus pueblos originarios desde la Patagonia hasta el norte del continente americano.
Photo by Robbie Herrera
La cosmovisión Maya
la cosmovisión maya es una conciencia humana de aspiración cósmica, que además de cultivar el espíritu, integra los multifacéticos y diversos aspectos materiales ligados en una unidad, donde lo material y lo espiritual forman las dos caras de una misma moneda
Los aportes al liderazgo desde la cultura Maya pueden ser encontrados en los valores propuestos en escrituras como el Popol Vuh y el Chilam Balam, en las cuales se distinguen rasgos de su organización social, familiar y de su base moral, donde se fomentaba esencialmente el respeto a los mayores, la solidaridad entre las personas, el sentido de interrelación con la naturaleza, y el valor del trabajo diligente y responsable.
Por su parte, en los aztecas se ve otro ejemplo en el que se caracteriza la representación del poder militar y religioso en un mismo líder, como lo fue el caso de Tenoch.
Tenoch fue un líder azteca4 con poderes religiosos que guió a su pueblo, los tenochcas, durante años de guerras y durante la fundación y crecimiento de Tenochtitlán en el 1325 d.c. ciudad que después sería una importante metrópoli, sede de los poderes del imperio azteca. Tenoch ejerció una influencia basada en un espíritu místico de superación y trascendencia, acompañada de hechos tangibles como la edificación de una ciudad, para generar fuerza en su pueblo y enfrentar al rey Culhuacán, al que lograron derrotar.
Otro ejemplo significativo de liderazgo lo podemos observar, durante la guerra civil incaica, donde dos hermanos ostentaron su liderazgo en la lucha por el poder en el Tahuantinsuyo, Huascar y Atahualpa lideraron una guerra entre hermanos que al final vio la victoria desvanecida por la llegada de los españoles. Algunos historiadores6 se refieren a Huáscar como un jefe déspota, violento, cruel y desatinado, Y aunque había sido elegido por la nobleza cusqueña como Zapa Inca, o Inca poderoso No logró captar la simpatía de la clase dirigente incaica ni el respeto de los generales del ejército de Huaina Cápac que se hallaban en la ciudad capital. Es decir que a pesar de ostentar un poder legal, este no pudo sostener su liderazgo, Hecho que pudo haber influenciado en su derrota ante su hermano.
Por su parte, en los aztecas se ve otro ejemplo en el que se caracteriza la representación del poder militar y religioso en un mismo líder, como lo fue el caso de Tenoch.
Tenoch fue un líder azteca4 con poderes religiosos que guió a su pueblo, los tenochcas, durante años de guerras y durante la fundación y crecimiento de Tenochtitlán en el 1325 d.c. ciudad que después sería una importante metrópoli, sede de los poderes del imperio azteca. Tenoch ejerció una influencia basada en un espíritu místico de superación y trascendencia, acompañada de hechos tangibles como la edificación de una ciudad, para generar fuerza en su pueblo y enfrentar al rey Culhuacán, al que lograron derrotar.
Otro ejemplo significativo de liderazgo lo podemos observar, durante la guerra civil incaica, donde dos hermanos ostentaron su liderazgo en la lucha por el poder en el Tahuantinsuyo, Huascar y Atahualpa lideraron una guerra entre hermanos que al final vio la victoria desvanecida por la llegada de los españoles. Algunos historiadores6 se refieren a Huáscar como un jefe déspota, violento, cruel y desatinado, Y aunque había sido elegido por la nobleza cusqueña como Zapa Inca, o Inca poderoso No logró captar la simpatía de la clase dirigente incaica ni el respeto de los generales del ejército de Huaina Cápac que se hallaban en la ciudad capital. Es decir que a pesar de ostentar un poder legal, este no pudo sostener su liderazgo, Hecho que pudo haber influenciado en su derrota ante su hermano.
Investigaciones que nos acercan a las concepciones del liderazgo indígena
Liderazgo indígena representado en el Chamán
Monserrat (2011) viaja más atrás en el tiempo y explora la organización de las tribus preincaicas haciendo referencia al Chamán como figura de liderazgo. En este sentido plantea que:
Según los restos arqueológicos y algunos trabajos comparativos con el área cultural Barbacoa, parece que la figura de prestigio por excelencia era el Chamán. Marcos (1988, 2005) señala la existencia de líderes con poder terrenal y chamánico documentados arqueológicamente en sociedades geográficamente próximas, como en Real Alto.
Un estudio comparativo de Stothert (2003: 407-408) en distintos yacimientos ecuatorianos, propone la existencia de un liderazgo claro, que combinaría el poder terrenal y sobrenatural, pero que estaría dedicado a sociedades pequeñas y relativamente distantes una de otras; lo que la autora denomina práctica e «ideología chamánica» habría contribuido a que los pueblos del período formativo mantuvieran sociedades flexibles y no jerarquizadas, políticamente autónomas, que habrían así evitado algunas formas de centralización política y jerarquización social.
El trabajo etnohistórico de Helms (1980) referido al área cultural del Caribe, expone a partir de datos antillanos, Muiscas, del valle del Cauca y de Panamá, la existencia en todas estas sociedades de dos tipos de sucesión: una determinada genealógicamente y otra, cuando la primera no era posible, marcada por la capacidad de controlar el orden social, natural y sobrenatural.
Esta última habría podido ser adoptada como normativa desde la desestructuración de las sociedades indígenas del Pacífico ecuatoriano, de lo que se habría seguido una unificación de roles, político y chamánico, en la misma persona, como parece que se dio entre los antiguos Tsachila.
En realidad se desconoce cuál era con exactitud el rol social del chamán en la sociedad Tsachila, especialmente en cuanto a jefatura política se refiere. Lo que sí sabemos es que el prestigio de sus chamanes en tanto curanderos traspasaba sus fronteras étnicas desde los primeros tiempos de la Colonia.
Según los restos arqueológicos y algunos trabajos comparativos con el área cultural Barbacoa, parece que la figura de prestigio por excelencia era el Chamán. Marcos (1988, 2005) señala la existencia de líderes con poder terrenal y chamánico documentados arqueológicamente en sociedades geográficamente próximas, como en Real Alto.
Un estudio comparativo de Stothert (2003: 407-408) en distintos yacimientos ecuatorianos, propone la existencia de un liderazgo claro, que combinaría el poder terrenal y sobrenatural, pero que estaría dedicado a sociedades pequeñas y relativamente distantes una de otras; lo que la autora denomina práctica e «ideología chamánica» habría contribuido a que los pueblos del período formativo mantuvieran sociedades flexibles y no jerarquizadas, políticamente autónomas, que habrían así evitado algunas formas de centralización política y jerarquización social.
El trabajo etnohistórico de Helms (1980) referido al área cultural del Caribe, expone a partir de datos antillanos, Muiscas, del valle del Cauca y de Panamá, la existencia en todas estas sociedades de dos tipos de sucesión: una determinada genealógicamente y otra, cuando la primera no era posible, marcada por la capacidad de controlar el orden social, natural y sobrenatural.
Esta última habría podido ser adoptada como normativa desde la desestructuración de las sociedades indígenas del Pacífico ecuatoriano, de lo que se habría seguido una unificación de roles, político y chamánico, en la misma persona, como parece que se dio entre los antiguos Tsachila.
En realidad se desconoce cuál era con exactitud el rol social del chamán en la sociedad Tsachila, especialmente en cuanto a jefatura política se refiere. Lo que sí sabemos es que el prestigio de sus chamanes en tanto curanderos traspasaba sus fronteras étnicas desde los primeros tiempos de la Colonia.
Liderazgos en el pueblo Wayuu
Se puede verificar en la sociedad wayuu una organización bajo la denominación de clan o sib expresada por el E’irukuu que está constituido por aquellas personas que están unidas por un antepasado común y utilizan un mismo apellido.
Los clanes (E’irukuu) a su vez están formados por los Apüshi que se corresponde con el nivel del linaje. En este se aglutinan las personas que descienden de un antepasado conocido común, es decir, la hembra fundadora de una línea genealógica ininterrumpida. Cuando esta línea con ese miembro fundador se rompe nacen nuevos linajes producto de una nueva vinculación genealógica
Los clanes (E’irukuu) a su vez están formados por los Apüshi que se corresponde con el nivel del linaje. En este se aglutinan las personas que descienden de un antepasado conocido común, es decir, la hembra fundadora de una línea genealógica ininterrumpida. Cuando esta línea con ese miembro fundador se rompe nacen nuevos linajes producto de una nueva vinculación genealógica
Líderes Wayuu, El ta’alaüla o tío materno
En las comunidades de Kusi y Winkua no se reconoce la presencia de un jefe para todo el poblado, es decir, no existe un poder político centralizado. La autoridad se establece a nivel del Apüshi que en todo caso tiene vertientes en diferentes espacios. Para el wayuu es evidente el papel del tío como representante familiar ante cualquier problema. El status de tío materno representante del Apüshi es por adscripción pues está establecido en la norma consuetudinaria, pero el nombramiento de uno u otro es por asignación.
Según los informantes es el tío materno de mayor prestigio el que debe asumir el rol de cohesionar el Apüshi. Esta persona se escoge por su cercanía afectiva con una de sus hermanas, por su prestigio, por su responsabilidad, por su posición económica, por su facilidad de palabra, por sus buenas relaciones con otros Apüshi. Esto quiere decir que no es el azar lo que determina el rol de tío materno, sino unas determinadas característica personales que le dan poder en la estructura política de la familia. Esto lo compromete con una serie de actividades que debe cumplir para su Apüshi.
Por consiguiente, quienes resuelven los problemas de la familia son los tíos maternos. Sus parientes se refieren a él como ta’alaüla (mi viejo, mi autoridad, mi tío materno) y se encarga de organizar la construcción de viviendas, de buscar medios para proveerse de agua y de minimizar las fricciones cuando los parientes uterinos tienen problemas de importancia y peligros extremos. El tío no tiene una acción territorial especifica y su práctica va más allá de su lugar de habitación. Esto se debe a que el tío al casarse siempre se inserta en un Apüshi por afinidad y forma su familia. Pero como él es representante de los hijos de sus hermanas, en una gran mayoría de casos, viven distantes, por tanto el tío debe trasladarse hasta ese lugar para establecer contacto. Muchas veces los conflictos también rebasan los límites de las comunidades de habitación tanto del tío como del Apüshi que representan, pues los sobrinos se desplazan constantemente, entonces el tío debe llevar su acción hasta ese espacio.
Las muestras de las representaciones del liderazgo indígena a través de la historia y en la actualidad, pudieran brindar argumentos que sustenten el peso de una propuesta multifactorial para la determinación del liderazgo como fenómeno social. Es decir, que pudiéramos tomar como ejemplo la forma en que se da el liderazgo en algunas culturas Nativas americanas para Dar a entender que el liderazgo no estaría determinado por un solo factor influyente, sino que por el contrario, son diversos los elementos que nos predisponen a establecernos en una relación Líder- seguidor.
Según los informantes es el tío materno de mayor prestigio el que debe asumir el rol de cohesionar el Apüshi. Esta persona se escoge por su cercanía afectiva con una de sus hermanas, por su prestigio, por su responsabilidad, por su posición económica, por su facilidad de palabra, por sus buenas relaciones con otros Apüshi. Esto quiere decir que no es el azar lo que determina el rol de tío materno, sino unas determinadas característica personales que le dan poder en la estructura política de la familia. Esto lo compromete con una serie de actividades que debe cumplir para su Apüshi.
Por consiguiente, quienes resuelven los problemas de la familia son los tíos maternos. Sus parientes se refieren a él como ta’alaüla (mi viejo, mi autoridad, mi tío materno) y se encarga de organizar la construcción de viviendas, de buscar medios para proveerse de agua y de minimizar las fricciones cuando los parientes uterinos tienen problemas de importancia y peligros extremos. El tío no tiene una acción territorial especifica y su práctica va más allá de su lugar de habitación. Esto se debe a que el tío al casarse siempre se inserta en un Apüshi por afinidad y forma su familia. Pero como él es representante de los hijos de sus hermanas, en una gran mayoría de casos, viven distantes, por tanto el tío debe trasladarse hasta ese lugar para establecer contacto. Muchas veces los conflictos también rebasan los límites de las comunidades de habitación tanto del tío como del Apüshi que representan, pues los sobrinos se desplazan constantemente, entonces el tío debe llevar su acción hasta ese espacio.
Las muestras de las representaciones del liderazgo indígena a través de la historia y en la actualidad, pudieran brindar argumentos que sustenten el peso de una propuesta multifactorial para la determinación del liderazgo como fenómeno social. Es decir, que pudiéramos tomar como ejemplo la forma en que se da el liderazgo en algunas culturas Nativas americanas para Dar a entender que el liderazgo no estaría determinado por un solo factor influyente, sino que por el contrario, son diversos los elementos que nos predisponen a establecernos en una relación Líder- seguidor.
El Pütchipü y su poder
Otro agente que interviene en la regulación social y política Wayuu es el Pütchipü. Hay en la sociedad wayuu dos tipos de Pütchipü: uno que es para resolver todo tipo de problemas y otro que es sólo para delitos menores como heridas, la dote, delito de niños, niños que tienen accidentes y robo. El Pütchipü es el representante de los intereses del Apüshi que defiende, por ello se le valora y respeta por su experiencia.
Del Pütchipü se espera que sea un mensajero fiel de los designios de las partes en conflicto, pero las estrategias y políticas a seguir son decisión del Apüshi. Ser Pütchipü significa tener paciencia y aguantar las ofensas de los dos bandos, pues la ira por exigir un determinado precio o ya sea por que no se ha logrado un acuerdo se transforma en ofensas y maldiciones para el Pütchipü.
Del Pütchipü se espera que sea un mensajero fiel de los designios de las partes en conflicto, pero las estrategias y políticas a seguir son decisión del Apüshi. Ser Pütchipü significa tener paciencia y aguantar las ofensas de los dos bandos, pues la ira por exigir un determinado precio o ya sea por que no se ha logrado un acuerdo se transforma en ofensas y maldiciones para el Pütchipü.
El liderazgo indigena representado en la figura del cacique contexto mexicano
Existe ya todo un debate acerca de su definición y características claves. Por mucho tiempo el enfoque estuvo en el caciquismo político que floreció en el México del siglo diecinueve y la primera mitad del siglo veinte, desde los caciques insurgentes hasta los revolucionarios.
Ahora podemos constatar que la investigación del fenómeno se ha profundizado, entrando, por un lado, en sus raíces prehispánicas y coloniales y, por otro lado, en nuevas formas de caciquismo que surgieron en el México urbano e industrializado de la segunda mitad del siglo veinte.
Parece que el ser un intermediario exclusivo con poder local, autoritario, personalista, correspondiente sobre un territorio y su población, han sido características claves y reconocidas del cacique a lo largo de la historia mexicana.
Tradicionalmente se suponía que tales características solamente podían florecer en el caso de un Estado que padecía de un deficiente control político-administrativo y militar sobre el territorio. Comunicaciones y geografía difíciles, así como pobreza e ignorancia generalizadas podrían facilitar el desarrollo de este fenómeno, crearon el espacio y las oportunidades para ejercer un poder autónomo y establecerse como gatekeeper.
Pero si esto fuera el caso, cómo podemos explicar cacicazgos ejidales y urbano-industriales que en la segunda mitad del siglo veinte florecieron en muchas partes de México y en condiciones de un considerable predominio de los medios de comunicación, movilidad geográfica acentuada, horizontes ampliados y, ¿un “Leviatán en el Zócalo”?
Parece cierto que el caciquismo en su origen era una forma de dominación rural con base en dominios de poder territorialmente limitados. Comparado con el caudillo, el cacique “es, o puede ser, de importancia menor y funciona dentro de un sistema político generalmente civil, incluso partidista, mientras que el caudillo suele desempeñar una función militar pretoriana”.
Pero la distinción entre caudillo y cacique por la calidad civil de este último y porque la violencia “no es su arma principal” parece difícil.
La historia política del México decimonónico nos muestra que durante muchos años se unificaban los mandos civiles y militares en la misma persona, también en los niveles local y municipal, y que los caciques se convirtieron en caudillos y al revés. Durante muchos años, la insurgencia, la dinámica de los pronunciamientos de los años 1830 hasta los 1850, la guerra de Reforma y la Intervención francesa nos sirven de buenos ejemplos. Caciques pueblerinos y regionales se convirtieron en cabecillas y jefes militares, desde luego, sin dejar de ser caciques. No hay que olvidar que, aparte de los hacendados, sólo los caciques locales disponían localmente de suficiente control sobre los recursos humanos y materiales (animales, forraje, comida) a movilizar.
Cuando uno lee las historias regionales liberales clásicas, surgen cientos de casos de movilización local caciquil. También vemos que sus calidades de movilización y sus dones militares les ofrecieron espacio para ampliar sus dominios. Juan Álvarez en la primera mitad del siglo diecinueve, Juan Francisco Lucas, entre los años 1850 y 1917, así como un Gabriel Barrios Cabrera, el sucesor de Lucas entre 1917 y 1930 son buenos ejemplos.
Al final de las conflagraciones, los caciques que estaban con los vencedores se acomodaron en el poder regional o se establecieron como caciques detrás de la puerta. Los que perdieron a menudo fueron calificados como bandidos.
Encontramos a caciques en todos los niveles: gobernadores de in- dios coloniales, alcaldes constitucionales de 1820, pero también un presidente municipal como Che Gómez en 1910. Los hubo en el estado como José Vicente Villada, gobernador mexiquense bajo el régimen de don Porfirio, en el que los gobernadores Ignacio Mendoza en Tlaxcala (década de 1920), Maximino Ávila Camacho en Puebla (década de 1930) y Gonzalo Santos en San Luis Potosí a partir de los cuarenta. Algunos son jefes ejecutivos, otros sólo detrás de la cortina. Unos suben de nivel, otros serán eliminados. Era Gonzalo Santos el último de los caciques o, ¿podemos definir a líderes sindicales mexiquenses de la segunda mitad del siglo veinte o a Guadalupe Martínez, la lideresa sindical de Guadalajara también como caciques? Hay cacicazgos de la basura, del comercio ambulante, cacicazgo transportista.
Ahora podemos constatar que la investigación del fenómeno se ha profundizado, entrando, por un lado, en sus raíces prehispánicas y coloniales y, por otro lado, en nuevas formas de caciquismo que surgieron en el México urbano e industrializado de la segunda mitad del siglo veinte.
Parece que el ser un intermediario exclusivo con poder local, autoritario, personalista, correspondiente sobre un territorio y su población, han sido características claves y reconocidas del cacique a lo largo de la historia mexicana.
Tradicionalmente se suponía que tales características solamente podían florecer en el caso de un Estado que padecía de un deficiente control político-administrativo y militar sobre el territorio. Comunicaciones y geografía difíciles, así como pobreza e ignorancia generalizadas podrían facilitar el desarrollo de este fenómeno, crearon el espacio y las oportunidades para ejercer un poder autónomo y establecerse como gatekeeper.
Pero si esto fuera el caso, cómo podemos explicar cacicazgos ejidales y urbano-industriales que en la segunda mitad del siglo veinte florecieron en muchas partes de México y en condiciones de un considerable predominio de los medios de comunicación, movilidad geográfica acentuada, horizontes ampliados y, ¿un “Leviatán en el Zócalo”?
Parece cierto que el caciquismo en su origen era una forma de dominación rural con base en dominios de poder territorialmente limitados. Comparado con el caudillo, el cacique “es, o puede ser, de importancia menor y funciona dentro de un sistema político generalmente civil, incluso partidista, mientras que el caudillo suele desempeñar una función militar pretoriana”.
Pero la distinción entre caudillo y cacique por la calidad civil de este último y porque la violencia “no es su arma principal” parece difícil.
La historia política del México decimonónico nos muestra que durante muchos años se unificaban los mandos civiles y militares en la misma persona, también en los niveles local y municipal, y que los caciques se convirtieron en caudillos y al revés. Durante muchos años, la insurgencia, la dinámica de los pronunciamientos de los años 1830 hasta los 1850, la guerra de Reforma y la Intervención francesa nos sirven de buenos ejemplos. Caciques pueblerinos y regionales se convirtieron en cabecillas y jefes militares, desde luego, sin dejar de ser caciques. No hay que olvidar que, aparte de los hacendados, sólo los caciques locales disponían localmente de suficiente control sobre los recursos humanos y materiales (animales, forraje, comida) a movilizar.
Cuando uno lee las historias regionales liberales clásicas, surgen cientos de casos de movilización local caciquil. También vemos que sus calidades de movilización y sus dones militares les ofrecieron espacio para ampliar sus dominios. Juan Álvarez en la primera mitad del siglo diecinueve, Juan Francisco Lucas, entre los años 1850 y 1917, así como un Gabriel Barrios Cabrera, el sucesor de Lucas entre 1917 y 1930 son buenos ejemplos.
Al final de las conflagraciones, los caciques que estaban con los vencedores se acomodaron en el poder regional o se establecieron como caciques detrás de la puerta. Los que perdieron a menudo fueron calificados como bandidos.
Encontramos a caciques en todos los niveles: gobernadores de in- dios coloniales, alcaldes constitucionales de 1820, pero también un presidente municipal como Che Gómez en 1910. Los hubo en el estado como José Vicente Villada, gobernador mexiquense bajo el régimen de don Porfirio, en el que los gobernadores Ignacio Mendoza en Tlaxcala (década de 1920), Maximino Ávila Camacho en Puebla (década de 1930) y Gonzalo Santos en San Luis Potosí a partir de los cuarenta. Algunos son jefes ejecutivos, otros sólo detrás de la cortina. Unos suben de nivel, otros serán eliminados. Era Gonzalo Santos el último de los caciques o, ¿podemos definir a líderes sindicales mexiquenses de la segunda mitad del siglo veinte o a Guadalupe Martínez, la lideresa sindical de Guadalajara también como caciques? Hay cacicazgos de la basura, del comercio ambulante, cacicazgo transportista.
El liderazgo indigena representado en la figura del cacique contexto venezolano
Por un lado, el concepto de cacicazgo se ha convertido en un término de carácter general que designa un estadio específico dentro de la evolución política de las sociedades asociada con el surgimiento de una jefatura centralizada y la jerarquía social (Carneiro, 1981; Redmond y Spencer, 1994).
Por otro lado, según Biord (en Fundación Polar, 1988,476-478) el término cacique, vocablo arawako originalmente utilizado por los taínos, se ha utilizado para caracterizar al individuo que mantenía la autoridad en una comunidad indígena y, por extensión, se ha aplicado a la presencia de un liderazgo despótico local o regional, también denominado caciquismo. Es así como el concepto de cacique en nuestro contexto es, en parte, una creación colonial para entender y acomodar las estructuras indígenas a la necesidad de poder español.
Por otro lado, según Biord (en Fundación Polar, 1988,476-478) el término cacique, vocablo arawako originalmente utilizado por los taínos, se ha utilizado para caracterizar al individuo que mantenía la autoridad en una comunidad indígena y, por extensión, se ha aplicado a la presencia de un liderazgo despótico local o regional, también denominado caciquismo. Es así como el concepto de cacique en nuestro contexto es, en parte, una creación colonial para entender y acomodar las estructuras indígenas a la necesidad de poder español.
Referencias
- QUIXTÁN Carlos Elí. 2014 Práctica De Valores Mayas En Sexto Grado De Las Escuelas Bilingües Interculturales Mayas K'iche', Del Nivel Primario Del Distrito 14-19-33, CHICAMÁN, QUICHÉ." TESIS DE GRADO. Universidad Rafael Landívar. Santa Cruz Del Quiché,.
- María Faviana Cochoy Alva, Pedro Celestino Yac Noj, Isabel Yaxón, Santiago Tzapinel Cush, María Rosenda, Camey Huz, Daniel Domingo López, José Augusto Yac Noj, Carlos Alberto Tamup Canil. RAXALAJ MAYAB’ K’ASLEMALIL Cosmovisión maya, plenitud de la vida. ISBN: 99922 -850-4-4. Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo 5ª. Avenida 5-55 Zona 14, Edifi cio EUROPLAZA Torre IV, Nivel 10, Ciudad de Guatemala, 01014
- Fuentes Flores, Antonio 2015. México y su Realidad http://www.planeacionestrategica.net/historia/los-mexicas/
- LOS AZTECAS Y LA GRAN TENOCHTITLAN Fundacion Cultural Espitalier
- Biografías. Atahualpa. http://www.identidad-peru.com/wp-content/uploads/2013/b/atahualpa.pdf
- Montserrat Ventura Oller (2011)Chamanismo, liderazgo y poder indígena: el caso tsachila Universidad Autònoma de Barcelona (España)
- Leal, N. Alarcón, J. y Otros. 2003. Relaciones de poder y nuevos liderazgos en el pueblo wayuu. Departamento de Ciencias Humanas. Universidad del Zulia. Boletín Antropológico. Año21, No58, Mayo-Agosto 2003, ISSN:1325-2610. Universidad de Los Andes. Mérida. pp. 187-208.
- Buve, Raymond 2003 Caciquismo, un principio de ejercicio de poder durante varios siglos Relaciones. Estudios de historia y sociedad, vol. XXIV, núm. 96, otoño, 2003, pp. 17-39 El Colegio de Michoacán, A.C Zamora, México Relaciones. Estudios de historia y sociedad ISSN: 0185-3929 El Colegio de Michoacán, A.C México.
- Navarrete Sánchez, Rodrigo José 2010. El cacique imaginado: Miguel Acosta Saignes y los modelos de complejidad social para la Venezuela prehispánica. Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales, vol. 16, núm. 1, enero-abril, 2010, pp. 129-143 Universidad Central de Venezuela, Caracas, Venezuela. https://www.redalyc.org/pdf/177/17731127008.pdf